Resumen:
Ortíz y sus compañeros/as
explican las labores de un asesor o asesora. ¿Qué criterios aplicar para determinadas situaciones? ¿Qué demandas se
plantea el profesorado? Para responder a
estas necesidades, el posible modelo de
actuación como asesor/a, será a través
de procesos de formación y proyectos dirigidos especialmente a los
profesionales que se dedican a la educación.
Redefiniendo las funciones
de los asesores y las asesoras. Profundizando en la claridad de metas y
reconociendo fortalezas y debilidades y cargándoles de más horas lectivas.
A través de un Plan Formativo
constituido por coordinadores, se plantea como función primordial del asesor/a,
ser cauce y dinamizador de las iniciativas del profesorado y tratará de cubrir
las necesidades globales y específicas del profesorado.
Ortíz se hace más
preguntas sobre si los Centros realmente cubre las necesidades y acentúa que la
formación sigue siendo la gran olvidada.
Ven consecuente plantear
estrategias para las novedades que aparecen en la legislación. La innovación,
trabajar por proyectos, la investigación,…
Apuesta por modelos
colaborativos, en los que la línea del asesoramiento sea continuada, donde los
proyectos motiven en sí mismos.
Todo esto se trabajaría a
través de grupos de profesorado, donde el asesor y/o asesora trabaje para
desarrollar procesos de formación, intereses comunes,…
¿Se deja actuar a los asesores? ¿Cuál es la idea
preconcebida que se tiene sobre cómo ha de ser un asesor/a? Quizá imaginamos
que asesorar es llegar y dirigir un grupo…¿asesoría externa o interna?
¿Búsqueda activa de programas de actuación desde los proyectos?
Muchas preguntas me han surgido leyendo este
artículo. Pienso que Ortíz y sus compañeros, principalmente, exponen una
posibilidad a través de los medios e iniciativas, utilizando lo que ya hay, como los claustros
o incluso en otros contextos…lejos de los centros educativos.
Desde mi experiencia personal, encuentro muy
favorables las Jornadas de Reflexión que se llevan a cabo en Centros no
formales de la educación.
Apostar por la formación, tal y como se representa
en este artículo, es necesario.
Preguntarnos, ¿cuáles son las nuevas necesidades educativas que surgen? ¿qué
puedo hacer yo, desde los medios de los que dispongo, para llegar a mis
alumnos/as a mis familias?
Me resulta atractiva la pregunta que Ortíz y el resto
de sus compañeros se plantea: Asesoramiento a proyectos de mejora: ¿voluntad de
innovación u otros intereses? (Ortíz, 2008)
Desde aquí se plantean modalidades de
asesoramiento, y subrayo, a través de la autonomía del propio centro.
Imagino que no todos los centros educativos tienen
las mismas necesidades…¿no sería necesario adaptanos a ella y no introducir las
necesidades generales detectadas? ¿No sería más eficaz trabajar de un modo
colaborativo y a la vez
Para responder a estas necesidades fomentan la
creación de rincones para la mejora educativa,
aprovechando el poco tiempo de los profesores, como he mencionado
anteriormente…
Leyendo a Ortíz, amplio mi visión sobre el análisis
inicial que habría que realizar como asesora…Descubriendo no solo las
necesidades, sino también las fortalezas y aspectos positivos.
¿Creamos dichos espacios, esos rincones, donde
plantearnos en qué necesidades de formación vemos que es necesario estar
formados?
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